Hoy 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer, fecha reconocida por las Naciones Unidas para conmemorar la lucha de la mujer por la igualdad de género, mayor participación en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
Pese a este reconocimiento, realizado en 1911 y a la apertura a los derechos de la mujer en cuanto al acceso al trabajo que en el pasado eran exclusivamente para hombres, hoy en el siglo XXI aún no podemos hablar de plena igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. Un reciente documento de análisis del personal técnico del FMI denominado “Las Mujeres, el Trabajo y la Economía: Beneficios Macroeconómicos de la Equidad de Género” evidencia de forma cuantitativa la baja contribución de la mujeres a la actividad económica, al crecimiento y al bienestar aun cuando representan poco más de la mitad de la población mundial.
¿A qué se debe la baja contribución de las mujeres al desarrollo económico mundial?
Aparentemente se perciben avances pues la mujer del siglo XXI es más independiente, puede acceder a carreras universitarias, tiene mayor capacidad de decisión sobre qué profesión elegir, si quiere casarse, e incluso ahora puede divertirse.
Sin embargo, a nivel económico, el mercado laboral sigue estando dividido por géneros; no es raro encontrar en los avisos del periódico: “se requiere profesional ingeniero, de preferencia varón…”.
El documento del FMI señala que a nivel mundial la participación de la Fuerza Femenina Laboral es en promedio del 50% en los dos últimos decenios (1990- 2010) con significativas diferencias entre las regiones 21% en el Oriente medio y y Norte de África y más del 63 en Asia oriental y el Pacífico. En América Latina y el Caribe las TPFFL registraron un fuerte aumento, de alrededor de 13 puntos porcentuales, pese a ello la participación de la mujer aún está por debajo de la participación masculina.
Esto no quiere decir que las mujeres no trabajen, según el estudio la mayoría de las mujeres realizan trabajos no remunerados como tareas domésticas, cuidado de niños, o copan el sector informal caracterizado por la vulnerabilidad, con bajo grado de protección o seguridad e inestabilidad de ingresos. Pese a ello esta realidad no es visibilizada en los datos del PIB.
Representación femenina en altos cargos
Por otro lado, las mujeres que buscan mejores oportunidades en el mercado laboral, no hallan más opciones que aceptar trabajos con restricciones como un menor salario, y otras condiciones discriminatorias frente a sus colegas varones.
En consecuencia son pocas las mujeres que alcanzan estabilidad y logran ascender a altos puestos ejecutivos en una empresa (4%). Durante 2008-12, la proporción de mujeres al frente de las 500 empresas de la lista de Standard and Poor se mantuvo en el 4%, de acuerdo a la muestra de 60 empresas de la lista Fortune 500, solo el 185 del personal femenino de nivel inicial o medio aspiraba a llegar a un cargo gerencial de alto nivel en la compañía, frente al 365 del personal masculino.
En los 27 países de la UE, solamente el 25% de las empresas que emplean personal son de propiedad de mujeres. En 2012, solo alrededor del 20% de las bancas en los parlamentos nacionales estaban ocupadas por mujeres. Y cuando las mujeres asumen cargos públicos de mayor jerarquía, suelen ocupar ministerios encargados de temas socioculturales más que aquellos con funciones en el área económica y otras áreas estratégicas clave.
¿Importa el género?
- Hay amplias evidencias de que, cuando las mujeres pueden desarrollar plenamente su potencial en el mercado de trabajo, los beneficios macroeconómicos son significativos. De acuerdo al informe en determinadas regiones las pérdidas de PIB per cápita atribuibles a disparidades de género en el mercado laboral llegan hasta el 27%. Una elevación de la tasa de participación femenina en la fuerza laboral (TPFFL) aumentaría el PIB de los países por ejemplo, 5% en Estados Unidos, 9% en Japón, 12% en los Emiratos Árabes Unidos y 34% en Egipto.
- Así también, dar mayores oportunidades de empleo a las mujeres en condiciones de igualdad permitiría a las empresas aprovechar mejor la reserva de talento disponible, lo cual redundaría en un mayor crecimiento potencial. Las historias de mujeres exitosas, que lideran empresas o cargos directivos demuestran excelentes resultados para las empresas. Una mayor diversidad de género en las juntas directivas podría redundar en un mejor gobierno corporativo, dado que permitiría dar lugar a una gama más amplia de perspectivas.
- Brindar mejores oportunidades para las mujeres con respecto a ingresos contribuiría al desarrollo económico, dado que las mujeres comúnmente tienen una visión de ahorro e inversión en pro de la educación de sus hijos y el progreso de su familia más que los hombres.
Éstas son sólo algunas razones por las que hoy las mujeres exigen más nunca mayores oportunidades, mayor igualdad de género, más participación para el desarrollo económico y social de sus regiones. Si bien se han adoptado normas legislativas que prohíben la discriminación hacia la mujer en varios países del mundo, el cumplimiento de las mismas pasa por cambiar las estructuras mentales estereotipantes hacia las mujeres de la sociedad.