El nombre de una boliviana llegó a Marte en el Perseverance


1 de marzo, 2021

«El explorador Perseverance tiene como instrumento principal la SuperCam en cuyo desarrollo trabajó mi hija Camila. Esta placa adherida a la SuperCam incluye su nombre y quedará en Marte por miles de años….»

Con el corazón lleno de orgullo se expresó Enrique Velasco-Reckling, padre de Camila Velasco Landeau, la primera boliviana ingeniera espacial que participó en la elaboración del róver, el robot explorador de la NASA, que este jueves 18 de febrero hizo historia y se asentó exitosamente en el planeta rojo, como parte de la misión Perseverance de la NASA que busca indicios de vida en el lugar.

Camila vive en Francia, desde donde siguió por televisión y redes sociales la transmisión de la NASA de la misión espacial, que luego de siete meses de viaje, logró que el vehículo espacial toque la superficie marciana.

Los nervios de Camila, que estuvo acompañada de su familia mientras seguían las incidencias del viaje, se manifestaron durante toda la transmisión y se trasformaron en alivio y felicidad en el momento en que la parte decisiva ocurrió con la entrada de la nave en la fina atmósfera de Marte, que es 100 veces menos densa que la de la Tierra, y su posterior aterrizaje exitoso.

Camila es parte del proyecto Mars 2020

Las fantasías con el mundo espacial de Camila, empezaron a materializarse cuando se graduó como ingeniera espacial del Instituto Superior de Aeronáutica y Espacio (ISAE) en Francia. Velasco logró convertirse en parte de un equipo internacional de cerebros norteamericanos y franceses que le dieron cuerpo al proyecto Mars 2020.

La joven trabajó en la elaboración del SuperCam, el único instrumento francés del rover y que se constituye en la cabeza del robot, del que destaca su cámara y que se entregó a Estados Unidos para su integración al cuerpo del robot, a cargo de la NASA.

La SuperCam posee una cámara láser, registro de imagen a color e infrarrojos para comprender cómo se asocian los átomos de las muestras marcianas que recoja el róver y, por lo tanto, llegar a predecir si hubo o no vida en Marte.

Entrevista realizada a Camila Velasco

Camila accedió a una entrevista con EL DEBER hace un par de años, en la que contó como fue el camino recorrido que la llevó a convertirse en la primera boliviana que participa de una misión tan importante para la humanidad.

¿Cómo conseguiste estudiar Ingeniería Aeroespacial?

Para mí fue más como un golpe de suerte y un conjunto de circunstancias. Obtuve mi bachillerato francés en el colegio Franco Boliviano (en La Paz) y me fue bien, el Gobierno francés me otorgó una beca que me permitió venir a Francia a hacer mis estudios superiores. Empecé con una formación científica un poco generalista, que aquí en Francia le llaman clases preparatorias (son dos años de ciencia pura, muy intensivos, seis días a la semana, diez horas diarias estudiando). Sobre esa base se hace un examen que en función del resultado se obtiene el acceso a distintas escuelas de ingeniería y yo lo tuve para la Escuela ISAE, que es el Instituto Superior de Aeronáutica y Espacio. En ese instituto obtuve mi diploma de Ingeniería Espacial, que me permitió buscar trabajo aquí en Francia en el ámbito espacial y con mucha suerte encontré este proyecto que es dirigido por el Centro Espacial de Toulouse en Francia, y que colabora a la NASA. Se trata de un rover que va a ir a Marte en el 2020 y aquí se hace la cabeza del robot, que consiste en una cámara que está diseñada para determinar si existe agua en marte y en qué estado y qué compuestos químicos hay, sobre qué átomos y qué moléculas.

¿Estás consciente de que lo que es un sueño de muchos para vos es una realidad?

Al principio no lo podía creer que me salga una oportunidad así, pero en el día a día uno está tan ajetreada con las cosas que tiene que hacer que no piensa mucho en la oportunidad de estar trabajando en algo así, pero ya cuando la gente me pregunta, me doy cuenta de la suerte que tengo de trabajar en un proyecto que sea tan importante en el ámbito científico mundial y me siento afortunada.

Todos alguna vez pensamos en dejar nuestra huella y la tuya va a estar en este equipo que va a viajar hasta Marte…

Dicho así suena muy importante, pero yo pienso que simplemente estoy contribuyendo, sola no podría hacer esto, es un conjunto de muchas personas, muchos ingenieros, muchos científicos que con el trabajo del día a día podemos hacer este proyecto y mandarlo a Marte. No diría que soy yo la que manda el instrumento, yo contribuyo.

Ya son dos años de este trabajo, que es un esfuerzo que viene de hace mucho tiempo. Un proyecto marciano toma 10 años desde el comienzo del diseño hasta el lanzamiento del cohete en el que irá el instrumento. Este proyecto lleva mucho tiempo en la cabeza de mi jefe, Sylvestre Maurice, que lo lleva imaginando desde hace muchos años. Es muy lindo ver en los ojos de los científicos cómo sus sueños se están haciendo realidad.

¿Cómo es tu laboratorio?

Mi trabajo está en el Instituto de Investigación en Astrofísica y Planetología (IRAP), debemos ser 20 personas las que trabajamos en la integración de esta cámara (que es la cabeza del rover). Por otro lado, está el trabajo de documentación, ahí deben ser 30 o 40 personas, y en la NASA son muchas más, que es donde está el robot entero. Allá hacen las ruedas y el cuerpo.

Explícanos en términos sencillos ¿qué es un rover?

Es un pequeño automóvil que se parece un poco a un tanque con ruedas huecas por dentro porque el terreno en Marte está lleno de rocas que son muy cortantes que hacen difícil su desplazamiento. El cuerpo es una especie de tanque que avanza con una cabeza, esta se puede dirigir 360 grados. Está provista con una cámara que tiene dos frecuencias de láser para analizar qué átomos componen la roca y qué tipo de moléculas hay. El objetivo de todas estas misiones es saber si Marte fue alguna vez habitable, si pudo haber existido vida. Se sabe que hoy tal cual está no, pero la idea es probar que sí en el pasado. Ahora, ¿por qué los científicos se interesan en esto? Porque quieren descubrir por qué Marte cambió tanto y si esto le puede pasar a la Tierra. Ya nos parecemos mucho en tamaño y composición; la idea es descubrir las posibilidades de evolución de los planetas e intentar entender cada vez un poco más

¿Qué dimensiones tiene?

La cabeza debe ser de unos 50 cm de largo por 30 de ancho. El rover es mucho más grande, deben ser de unos dos metros y medio de largo. El rover lo hacen en EEUU, al igual que el cohete que se lanzará desde Guayana Francesa.

¿Qué sentiste cuando viste la placa que llevará la cabeza del rover en la que está tu nombre?

Los nombres están grabados hacia el interior de la cabeza, es parte de la estructura misma de la cámara y es una pequeña satisfacción. La placa está hecha en aluminio y cubierta en oro porque este metal tiene cualidades de conducción térmica y eléctrica que son muy buenas y que permiten mantener la temperatura de la cámara bastante homogénea.

¿Con esto ya sentís que estás dejando una huella?

Es difícil imaginar, pienso que el día en que el cohete parta y seis meses después cuando el cohete aterrice en Marte voy a sentir una gran satisfacción de decir que yo toqué ese instrumento y mi nombre está ahí grabado. Si algún día logramos enviar gente allá y se les ocurre abrir la cabeza de ese rover, encontrarán los nombres de tantas personas que pasaron días y noches trabajando duro.

¿Qué dice tu familia de este logro?

Están muy orgullosos, a mi madre la hace soñar y a mi padre más aún por su perfil científico porque su pequeña hija está trabajando en algo así.

¿Qué nos falta a los bolivianos?

Somos una juventud capaz, tenemos que dejar de pensar que somos menos, hay que permitirse soñar siempre y más que todo trabajar duro. Cuando uno trabaja duro por lo que quiere, creyendo en lo que quiere y convencido de que lo va a obtener, se logra; incluso si hay malas sorpresas, siempre se va a tener una satisfacción al final. Hay que creer en la gente y que podemos, no hay razón por la que seamos menos.

Fuente: El Deber


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