Las mujeres tienen que estar muy atentas a lo que les queda bien a ellas. No porque esté muy a la moda hay que ponerse algo que no va con la figura”, afirmó Carolina Herrera, la figura de la moda que recientemente fue homenajeada en Nueva York.
Como lo indica Herrera no se trata de moda sino de estilo, y fue el estilo que Herrera adquirió desde su niñez, que fue parte de su cotidiano para luego ser su principal inspiración que le llevó a crear un imperio de la moda.
Adquiriendo estilo de alta costura
Carolina Herrera u originalmente María Carolina Josefina Pacanins Niño nació en el seno de una rica familia de hacendados en Venezuela (8 de enero de 1939), desde pequeña lucía la alta costura en las fiestas y las galas de la familia. En su primer baile vistió un vestido de Lavin.
Su infancia transcurrió feliz, rodeada de lujos, privilegios y dedicada a sus caballos y perros. Su madre, María Cristina Pacanins impartió a Carolina una educación estricta y disciplinada.
A sus 13 años Carolina viajó, acompañando a su abuela, a París. Allí asistió a un desfile de moda del gran Balenciaga, aunque, fue su primera experiencia con el mundo de la moda, esto no definió su carrera posterior.
Cinco años más tarde, contrajo matrimonio con Guillermo Behrens Tello, con quien llevó una vida tranquila sin problemas. En esta etapa, Carolina se dedicaba a su hogar, haciendo gala de sus dotes de perfecta anfitriona y codeándose con artistas, políticos y hombres de negocio de importancia.
Sin embargo, todo eso se rompió en 1965, cuando Carolina decide divorciarse y volver a la casa paterna. En esa situación, se encuentra con la tesitura de tener que trabajar. Gracias a sus contactos, su capacidad y su elegancia, Carolina ingresa sin mayor problema, a trabajar en relaciones públicas de la casa Pucci. En ese entonces, Venezuela, su país de origen, era una nación cosmopolita y rica. Las damas de la alta sociedad solían vestirse en París y los artículos bellos o de lujo eran accesibles.
Carolina Herrera se reinventó a los 40
En este tránsito se reencuentra con el aristócrata Reinaldo Herrera, un amigo de la infancia, con el que se casa en 1968 y tiene cuatro hijas. Sus años de casada transcurren entre viajes y fiestas. Durante su estancia en Caracas vivió las legendarias fiestas de su suegra, Mimi Herrera, amiga de la duquesa de Windsor y Greta Garbo. Además fue retratada en tres ocasiones por Andy Warhol.
Fue en esta etapa que Carolina decide adoptar el apellido de su esposo, hecho que marcaría una nueva etapa de éxitos y reconocimientos en su vida.
Carolina que siempre destacaba por su elegancia y buen gusto en el vestir, a los 32 (1971), años, apareció en la lista de las mujeres mejores vestidas del mundo.
A los 42 años, cuando sus hijas ya no eran tan pequeñas, los reconocimientos internacionales y su estilo personal, la llevaron a incursionar en el mundo de la moda.
En 1980 Herrera presenta sus primeros 20 diseños. Un año más tarde bajo la firma de Carolina Herrera, emprendió su empresa de diseño de modas en Nueva York, donde se muda con su familia.
Si bien en un inicio la emprendedora de modas recibió críticas y no muy buenos augurios en el sector, el público femenino fue admirando poco a poco la sencillez y la sofisticación de la creadora venezolana y determinaron el éxito de la líder empresaria; en 1982 ya vestía a la princesa Elisabeth de Yugoeslavia, la Duquesa de Feria, la Condesa Consuelo Crespi, Ivana Trump, Kathleen Turner y Nancy Reagan. Su amistad con Jackie Kennedy le otorgó prestigio y fama, y Carolina consiguió convertirse en su diseñadora exclusiva en los últimos doce años de la vida de Jacky. Uno de los mayores logros de su carrera fue la creación del vestido de novia de Carolina Kennedy, la hija mayor de John Fizgerald Kennedy.
Marcando estilo y tendencias
Si bien la vida de Carolina Herrera se desarrolló en medio de lujos, elegancia y sofisticación, Carolina se caracterizó por ser una mujer sencilla, amante de su familia y una gran ama de casa. Como mujer empresaria, también enfocó sus diseños no solo dirigidos para la alta sociedad, sino para todas aquellas mujeres que se sienten identificadas y afines a su estilo. Para la venezolana, las modas y las tendencias cambian, pero la sofisticación, el lujo y la elegancia son elementos permanentes e invariables, de los que no se debe prescindir. Su secreto es vestir conforme a la personalidad y el estilo de vida de cada uno.
Su particular visión de la moda, femenina, refinada, elegante, sobria y alegre sin barroquismos, comenzó a gustar a las incipientes profesionales que se paseaban por Nueva York.
Como parte de la vestimenta, también los accesorios, como sus bolsos, de modelos grandes tipo shopping bags marcarán tendencia. Es así que en poco tiempo la marca Carolina Herrera logrará que los bolsos sean objeto del deseo de actrices, cantantes y la mujer de sociedad. También sus zapatos se presentan de todas las formas imaginables. Aunque la diseñadora gusta de los tacones de aguja, también las boutiques ofertarán zapatillas de bailarina, mocasines o botas en piel o en su conocida tela estampada.
Junto a la vestimenta, también tendrán su lugar la perfumería y la cosmética. Sus productos Carolina 212 for men o Carolina 212 sexy tanto para hombre como para mujer, el producto body milk, gel de baño y hasta maquillaje tendrán muy buena respuesta a nivel internacional.
Actualmente se pueden observar numerosos complementos e incluso prendas de vestir con sus iniciales CH grabadas en ellas, dando así publicidad a la propia firma.
Cabe destacar sus característicos anuncios publicitarios marcados por el color rojo, que define la marca. Una marca que ha conseguido ser reflejo de elegancia, glamour y presencia, características que son la esencia de cada producto para hacer de la mujer joven, sobria, alegre y cosmopolita una mujer elegante y diferente.
Madre ejemplar y mujer solidaria
Desde la primera vez que contrajo matrimonio, Carolina Herrera estuvo dedicada a su hogar, y más aún cuando tuvo a sus cuatro hijas. No fue sino hasta que ellas fueron grandes que Carolina Herrera se enfocó en su realización personal.
Sin embargo, la fama y su éxito empresarial no la alejaron de su familia, es más incluso estrechó las relaciones con su tercera hija, Carolina Adriana con quien actualmente trabaja, codo con codo llevando adelante una casa de modas que abarca exitosas líneas de perfumes, ropa y accesorios.
Con diferentes estilos, pues según Carolina Adriana, su madre es mucho más más clásica no solo a la hora de vestir sino también en su forma de pensar y de vivir; han logrado entenderse y complementarse a la perfección.
Para Carolina Herrera madre, su hija es su musa, compañera y está llamada a heredar el imperio de su madre.
Mi hija Adriana representa a la perfección la mujer de mis líneas, joven, elegante, con un estilo propio y una personalidad increíble¨ afirma orgullosa.
Ese amor maternal también trascendió a otros sectores vulnerables de la sociedad. Así una vez que la firma Carolina Herrera comenzara a crecer en ventas y a formar su imperio, Herrera decidió contribuir con diferentes sectores como personas con discapacidad intelectual FEAPs de España; jóvenes que sufrieron parálisis cerebral; así también extendió su apoyo a las mujeres víctimas de violencia en ciudad Juárez, México a través de la venta de pulseras para promover la paz; o su colaboración en la lucha contra el cáncer de mama a través de la creación de CH MARINE, una edición limitada de su línea de perfumes Rosa inspirada en el poder de la naturaleza.
Ya sea con pulseras, perfumes y un porcentaje de las ganancias de los productos, de uno u otro modo Carolina Herrera se destaca por su labor solidaria dirigida a mejorar la calidad de vida de las personas.
Todos los proyectos que llevan esperanza y paz para mí son interesantísimos, sobre todo para la gente joven y los niños. Me involucro inmediatamente con ellos, porque el mundo necesita paz», ha asegurado durante la presentación de sus pulseras por la paz en Nueva York.
Carolina Herrera se honra en utilizar su nombre, conocido en todo el mundo, para ayudar a causas humanitarias, pero ha insistido que al mismo tiempo «no se ayuda porque tengas un nombre, sino porque tú crees en esa causa».